La aplicación de recursos tecnológicos en el ámbito de la salud y la fertilidad está permitiendo a padres y madres comprobar su compatibilidad genética antes de concebir, algo que puede reducir considerablemente el riesgo de que un bebé nazca con mutaciones. Según la doctora Federica Moffa, ginecóloga y especialista en fertilidad humana, el 50% de las parejas que se someten a un tratamiento de fertilidad piden un test genético previo.
Según explica la doctora Moffa, “si este test demuestra que ambos miembros de la pareja poseen un gen portador de cierta mutación, es posible que el bebé herede los genes de ambos, lo que supondría un 25% de riesgo de que enferme”.
Se trata de un análisis de sangre o de células bucales que puede permitir a los padres conocer el riesgo de que sus hijos padezcan enfermedades como la sordera, la distrofia muscular o la fibrosis quística.
Malformaciones
Se calcula que el riesgo de malformaciones congénitas en la reproducción es del 3%. Pero un test genético puede aportar la suficiente información, de forma previa o durante el embarazo, para evitar el desarrollo de estas mutaciones o enfermedades.
Tal y como explica la doctora Moffa, “si el test concluye que existe un riesgo de enfermedad en el bebé, se pueden descartar los embriones que hayan heredado la doble mutación para transferir en el útero embriones sanos, o bien interrumpir el embarazo siempre y cuando los padres lo deseen”.
Información útil que se extrae del test
Sin embargo, la recomendación de realizar este tipo de test no se vincula solo a las posibles mutaciones o enfermedades de los bebés.
Según la doctora Moffa, “someterse a este análisis permite también extraer información tan útil como los desequilibrios de la flora bacteriana o la receptividad del útero”.
Se trata de un conjunto de avances tecnológicos que favorecen la reproducción asistida, pero también el conocimiento del estado de salud en general de la futura gestante y de su bebé.
