Según la Sociedad Española de Neurología, unas 500.000 personas en España sufren algún tipo de demencia. Una cifra que podría doblarse en el año 2050. Entre las demencias más conocidas está el alzheimer o la demencia senil y, entre todas suponen un enorme gasto sanitario, por no hablar del elevadísimo coste en las vidas humanas y en el detrimento de la calidad de vida de las personas que lo sufren y de sus familiares.
Las causas que conducen a esta demencia todavía son desconocidas en muchas de sus manifestaciones, y encontrar los factores de riesgo o las conductas que aumentan las posibilidades de sufrirlas es uno de los ámbitos en los que más se está investigando en las últimas décadas.
Una de estas investigaciones es la llevada a cabo por el departamento de Salud Ambiental y Epidemiología de la Escuela de Salud de la Universidad de Harvard (EE.UU.), y publicada por la revista especializada British Medical Journal.
Este departamento ha revisado alrededor de 2.000 estudios publicados en todo el mundo en las últimas décadas sobre efectos de la contaminación en la salud humana, y han encontrado 51 investigaciones que aportan datos significativos sobre demencia y exposición al aire con partículas menores de 2,5 micras (PM-2,5), uno de los elementos habitualmente analizados en la calidad del aire.
Estas partículas PM-2,5 pueden provenir de todas las clases de combustión, como la de los automóviles, camiones, fábricas, quemas de madera, quemas agrícolas y otras actividades.
Otros estudios sobre contaminación y demencia
Estos datos no son los únicos que apuntan hacia una relación entre la contaminación atmosférica y la aparición de demencia. Según recoge el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGB), “las partículas contaminantes del aire podrían acelerar los procesos neurodegenerativos y causar enfermedades cerebrovasculares y cardiovasculares, así como el procesamiento de proteínas en el cerebro”.
Del mismo modo, el ISGB apunta que la contaminación atmosférica también podría estimular las células inmunitarias del cerebro, que a su vez, pueden dañar las células nerviosas.