Llegar a una avanzada edad es ese propósito al que antes de cumplir treinta nadie aspira porque cree que será el primer inmortal; al mismo tiempo, es primero una posibilidad y luego un ruego al cielo para los que ya hemos cumplido más de 40 años, sobre todo para los que tenemos una prole. Los avances de la ciencia han permitido aumentar la esperanza de vida hasta superar los cien años con relativa facilidad. Pero ya sabemos que esta existencia nuestra siempre es dual. Donde hay dicha también hay desgracia. Un ejemplo de ello es la cada vez más diagnosticada demencia, y uno de sus tipos, la enfermedad de Alzheimer. A mayor edad, más probabilidad de padecerla en alguna de sus formas mórbidas.
Si no hay nada que lo remedie entre los 85 y 90 años, más de la mitad de nosotros padeceremos algún tipo de demencia; y si no hay fármacos nuevos que la prevengan o la eliminen de nuestros cerebros, de esas demencias más de un tercio serán de tipo alzheimer. En la Región de Murcia afecta a más de 18.000 personas; no siempre son mayores de 65 años.
Las valientes asociaciones
Las plazas de los centros de día destinadas específicamente a este tipo de enfermos son todavía muy escasas en nuestra Región, y carentes de un marco legal específico. Por ello, cabe destacar el trascendental papel que en el cuidado de los mayores, pero sobre todo en el de sus familias, juegan las asociaciones no lucrativas, como las asociaciones y fundaciones, y las confederaciones de familiares de enfermos de Alzheimer; también algunas entidades mercantiles, como MIMO, con José Rufete al frente, o CEPEP, dirigida por Lola García, pero estas son mucho menos numerosos.
Me sigue sorprendiendo gratamente los excelentes resultados en cuanto al nivel de satisfacción que las familias expresan y el grado de felicidad que manifiestan los enfermos cuando van a un centro de estas características.
Desde aquí mi más sincero agradecimiento a asociaciones como AFAL Cartagena, gestionada por Raúl Nieto, o AFADE-Alcantarilla con Julia Fernández a la cabeza; también AFAMUR, excelentemente dirigida por Maite Palacín e Ino Gil; y por supuesto AFAD Jumilla, presidida por Lola Tomás; merece muchísimo la pena recordar al Centro de día Virgen de las Maravillas, en Cehegín, dirigido por Juanjo Gómez.
Son muchas más, humildes, silenciosas en su desempeño, pero rotundas en su propósito. Lo que une a todas estas organizaciones es el interés altruista por seguir cuidando, no solo a sus propios familiares enfermos, sino a los de otros, y a sus hijos, sobrinos, nietos, hermanas y amigos.
Tienen un carácter especial que les hace luchar por lo que creen, esto es, una mejor manera de cuidar a los que quieren y respetan. La pena es que inmersas en la vorágine de la burocracia administrativa y política de las Consejerías, deban seguir atendiendo solo con sus propios medios, sin más ayudas que unas cada vez más exiguas subvenciones.
Quizás debamos jugar dentro de la vida feliz y hedonista al juego de ser serios, y pensar que dentro de unos pocos años usted, querido lector, es posible que no recuerde quién es ni dónde está. Entonces vivirá sin saberlo el sentido más amplio del concepto humanidad, solidaridad y dignidad. Entonces contemplará sin percatarse de su importancia cuántas personas y entidades que no le tocan nada se preocupan por usted y sus hijos.
Carmelo Gómez. Presidente de la Sociedad Murciana de Enfermería Geriátrica y Gerontológica. Catedrático de Humanización y Cuidados a los Mayores de la UCAM (Universidad Católica).