Regalar a niños y adolescentes un teléfono móvil o una tablet en Navidad es muy frecuente en nuestro país, pero también es un asunto que genera debate en los padres sobre la edad a la que los niños pueden tener su propio dispositivo con Internet.
En este caso, Carlos Represa, director de Digitales y Responsables (proyecto de alfabetización digital para docentes y familias en centros educativos) y presidente de la Asociación para la Protección de Menores en Internet, apunta que, más que edad, hay que hablar de nivel de madurez y de conocimiento.
En el primer punto, es necesario estar seguros de que nuestro hijo o hija cuenta con la madurez necesaria para poder poner en conocimiento del adulto si se está viendo expuesto a una situación de riesgo. Pero para detectar esta situación de riesgo, los padres y centros educativos deben enseñar a cómo reconocerlas. Pero, ¿tienen los padres un conocimiento suficiente para transmitírselo a sus hijos?
¿Están listos los padres?
En este sentido, Carlos Represa recomienda dar el salto digital incluso antes de que el niño o la niña quiera dar el suyo. “Del mismo modo que antes de que nazca nos informamos sobre cuándo les van a salir los dientes y de cómo tengo que actuar, también tengo que estar preparado para cuando a mis hijos le salgan los ‘dientes digitales’. Para mí es inconcebible que un niño acceda a un perfil de TikTok (una red social usada de forma masiva por los jóvenes) sin que el padre o la madre tengan perfiles de TikTok y conozcan los usos sociales y los usos de riesgo”.
Entre los riesgos de que un niño o niña tenga este acceso no controlado, el experto apunta la pederastia o el acceso a la pornografía.
¿Y los adolescentes?
En el caso de los adolescentes, el origen de uno de los peores riesgos está en los algoritmos que implanta la red social para enseñarnos un contenido u otro.
“Ese sistema de filtrado siempre te proyecta la imagen de lo que aparentemente debes ser, lo que llamamos filtros de nubes, que hace que el menor se vaya creando una burbuja en donde todo lo que le llega es que tienes que tener este tipo de características”.
Una consecuencia de esto, apunta el experto, son los casos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). “Cuando una adolescente entra en el entorno de las TCA, normalmente ya se ha creado un ecosistema digital en donde todas las informaciones que le llegan le van a decir que tienes que tener esta figura o este peso”.
En estos casos, además de ser necesario que los padres conozcan cómo funciona la red social que frecuentan sus hijos adolescentes, al igual que pasa con los niños, es necesario que conozcan sus códigos y sus lenguajes, que sepan detectar las señales de alarma.
“No sirve para nada que digamos a nuestro hijo que tenga cuidado o que le pidamos que nos enseñe sus conversaciones si luego no nos damos cuenta, por ejemplo, de que todo el contenido que le sugiere la red social es asociado a una imagen hiperdelgada, a los TCA. Tenemos que saber interpretar lo que vemos. Un padre o una madre, en el mundo real, solo con hablar con su hijo ya puede saber si está triste, si está contento; bueno, pues también lo tienes que saber en el mundo digital a través de lo que le sugiere la red social”, concluye el experto.
