Con el término excepcionalidad hacemos referencia a que una persona es doblemente excepcional, es decir, que habiendo recibido un diagnóstico en salud mental se le diagnostica también con altas capacidades, TEA (trastorno del espectro autista), TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), DEA (dificultades en el aprendizaje: dislexia, disgrafía, discalculia), diversidad funcional (limitaciones en el ámbito sensorial), ansiedad o depresión, entre otros.
Hay que tener en cuenta que la doble excepcionalidad no deviene en la suma de los dos diagnósticos, sino en un nuevo perfil, ya que no van a estar presentes todos los indicadores o criterios de ambas condiciones.
Altas capacidades y autismo
Hablemos ahora de las personas con ambas condiciones, la del espectro autista y la del espectro de la dotación. En este caso, se corre el riesgo de que un diagnóstico oculte el otro ya que comparten numerosos criterios. Sin embargo, a día de hoy, se está descubriendo y reconceptualizando toda la información acerca del espectro del autismo gracias a las numerosas y enriquecedoras aportaciones de activistas adultos con autismo. Y también vamos conociendo en mayor profundidad otra excepcionalidad, la de las altas capacidades o espectro de la dotación.
La National Asociation For Gifted Children afirma que el diagnóstico de altas capacidades se da cuando se está más del 10% por encima de la media en una o más áreas (lengua, violín). Se puede ser excepcional en cualquier materia. Un ejemplo, un chico puede no ir bien en distintas asignaturas del colegio y, sin embargo, destacar en fútbol o en otra área de interés. Se estima que entre un 10% y un 15 % de la población tiene altas capacidades.
En ambas excepcionalidades está presente el sentimiento de no pertenencia y la baja autoestima, también una mayor susceptibilidad emocional.
Por otro lado, la dificultad en las funciones ejecutivas puede quedar oculta gracias a las altas capacidades. Las personas con autismo realizan adaptaciones inconscientes para poder sobrellevar el estrés provocado por aspectos sensoriales o de interacción social.
Las personas con altas capacidades tienen una mayor facilidad para adaptarse, utilizando estrategias que silencian su diferencia respecto al resto de compañeros, pero existe una asincronía más pronunciada entre la comprensión a nivel emocional y a nivel racional.
Es importante tener en cuenta que cuando se da la doble excepcionalidad algunas características o criterios de la condición autista parecen no cumplirse, pero no es así.
Por ejemplo, se produce una comunicación típica que no parece autista, pero el agotamiento posterior lo confirma; se puede utilizar el sarcasmo y el humor irónico; se hacen adaptaciones sensoriales y una regulación inconsciente, por ejemplo, utilizando la contención, doblan las piernas o se hacen daño en las manos; la necesidad de explorar del niño/a dotado/a puede vencer la necesidad de mantener la rutina y la rigidez propia del niño/a con autismo; además, puede valerse de sus intereses para ser líder.
Orientaciones para la familia
Si tu hijo/a tiene esta doble excepcionalidad solicita que el centro educativo realice adaptaciones curriculares en base a su inteligencia; permite que socialice con sus pares a nivel cognitivo, es decir, que se asocie por afinidad y capacidad; es importante utilizar sus intereses especiales para la cristalización de la inteligencia.
Niños y niñas con doble excepcionalidad deben saber que tienen una condición diferente, pero que son iguales en derechos y en sus necesidades de atención, aceptación y cariño.
Padres, madres y educadores deben poner en valor su neurodiversidad para que no se sientan ni raros ni culpables, para que no se aíslen. Los docentes pueden realizar una labor de inclusión y participación dando a cada alumno/a el lugar o el rol que necesita para sentirse parte de la comunidad escolar y no un bicho raro al que todos sus compañeros pueden criticar, rechazar, hostigar o ningunear.