La dieta FODMAP y el intestino irritable

Los síntomas del intestino irritable no son continuos, pero recurrentes: varían en cada persona, desaparecen y vuelven a reaparecer

El síndrome del intestino irritable afecta en España del 2,5 al 12% de la población, en su mayoría mujeres de los 15 a los 70 años. Consiste en dolor o molestias abdominales de repetición que bien producen variaciones en la frecuencia de evacuación (de estreñimiento a diarrea y viceversa) bien cambios en la consistencia de las heces. Suele cursar con inflamación, malestar, calambres, cólicos punzantes en la parte inferior del abdomen, con distensión e hinchazón, con borborigmos (ruido de tripas) y flatulencias (gases).

Esta sintomatología, que no es de gravedad, sin embargo, puede acompañarse de cefaleas, cansancio y alteraciones del ciclo vigilia-sueño interfiriendo con las actividades cotidianas de la vida diaria.

Los síntomas del intestino irritable no son continuos, pero recurrentes: varían en cada persona, desaparecen y vuelven a reaparecer. En las mujeres, además, la sensibilidad rectal aumenta durante la menstruación en base a los cambios hormonales.

Causas del intestino irritable

Las causas son diversas y comprenden factores fisiológicos, como inflamación intestinal, variaciones en la flora intestinal (en la microbiota), infecciones, alteración de la inervación intestinal o abuso de laxantes, pero también factores psicosociales y variaciones emocionales por estrés, nerviosismo, ansiedad o depresión.

Diagnóstico del intestino irritable

Aunque puede tener diferentes orígenes, desde el punto de vista fisiológico, uno de las más frecuentes apunta a que se trata del desequilibrio del eje intestino-cerebro que provoca hiperalgesia visceral de los órganos intestinales, con aumento de la sensibilidad, y alteración del ritmo de la motilidad intestinal.

Esta alteración del ritmo intestinal puede agudizarse después de la ingesta de comida exacerbada por el reflejo entre el estómago y el intestino grueso (reflejo gastro-cólico) y que puede depender de la cantidad de grasas que se ingieran.

El diagnóstico diferencial con otras patologías es importante para no confundir el síndrome del intestino irritable con otras condiciones como la enfermedad celiaca u otras intolerancias (a la lactosa), gastritis o enteritis inespecíficas, diarreas provocada por fármacos (sobre todo por antibióticos), diarreas por abuso de laxantes o por parasitosis. o diarreas secundarias a intervenciones quirúrgicas del aparato digestivo, como la colescistectomía.

El diagnóstico del síndrome del intestino irritable es clínico. Debe ser realizarse lo antes posible para, poder tratar rápidamente los síntomas y evaluar y rectificar las causas. Debe ser de necesidad inmediata cuando aparece en personas de edad, en adultos mayores, cuando las heces se acompañan de sangre o cuando se ha perdido peso. Es importante realizar diagnósticos y tratamientos precoces para evitar que se desarrolle un círculo vicioso de ansiedad psicológica que empeore la situación clínica.

Tratamiento y dieta FODMAP

El tratamiento del síndrome de intestino debe ser personalizado y sintomático, adaptado a las circunstancias y síntomas de cada persona. Los pacientes que sufren estos síntomas deben acudir inmediatamente a la consulta y seguir las normas que se le prescriban. Además, existen unas pautas de base que son saludables y aconsejables para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Se sabe que hay una serie de alimentos que pueden exacerbar los síntomas y otros que los reducen. Existe una dieta que es eficaz en el manejo de este síndrome y de sus síntomas. Es la dieta FODMAP como acrónimo (siglas) de las palabras: oligosacáridos (O), disacáridos (D), monosacáridos (M), y polioles (P) fermentables (F).

En definitiva, hay que evitar los alimentos FODMAP ya que se trata de alimentos ricos en alcoholes y en hidrocarburos de cadena corta que el intestino delgado tiene dificultad para absorberlos bien y que, por tanto, son fermentados por las bacterias produciendo gases, aumentando la motilidad intestinal y las secreciones en el colón. Igualmente, debe limitarse la ingesta de grasas ya que estas aumentan la hipersensibilidad y la permeabilidad intestinal.

Después de eliminar estos alimentos, hay que sustituirlos por otros más saludables, incorporar probióticos y cambiar de hábitos y gustos alimenticios. Una vez realizada ‘la limpieza intestinal’ al eliminar los FODMAPs, la nueva dieta debe ser personalizada dependiendo de la edad, de los hábitos y de las condiciones de cada persona. Igualmente, los facultativos prescribirán fármacos específicos sintomáticos y preventivos, así como terapias conductuales que atemperen el estilo de vida.

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