Los residuos farmacéuticos como restos de antibióticos o antiinflamatorios tienen efectos inesperados en el mar. Allí los cetáceos absorben estas sustancias a través de las aguas residuales y vertidos, porque algunos fármacos no pueden ser totalmente eliminados por las depuradoras.
El proyecto Marfarisk, liderado por el Grupo Oceanosphera del Área de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia, observa cómo interaccionan los contaminantes emergentes en el medio marino y son sus efectos. Para ello, cuentan con la amplia base de datos de la Red de Varamientos de Murcia, con muestras de tejidos de cetáceos.
En las muestras observaron que los residuos farmacéuticos están presentes en los organismos de los cetáceos. “No encontramos altas concentraciones químicas que puedan provocar una sintomatología clínica concreta o la muerte, pero podría estar mermando su capacidad para defenderse de infecciones o enfermedades”, explica Emma Martínez, directora del proyecto.
Si los antibióticos ya han llegado al mar se puede considerar la primera señal de advertencia, ya que los mamíferos marinos, en concreto los que están en lo alto de la cadena trófica como los grandes cetáceos, tienen unas particularidades fisiológicas que favorecen la acumulación de contaminantes, por lo que los compuestos químicos se mantienen en su organismo y sufren enfermedades similares a las nuestras. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2050 podrían morir 10 millones de personas al año debido a la resistencia a los antimicrobianos.
Residuos farmacéuticos en el entorno doméstico
Entre el 40% y el 90% de los antibióticos de uso humano o veterinario se excreta a través de heces y orina, todavía con sus compuestos activos. Si se redujera su consumo disminuiría su vertido a las aguas residuales. Otra medida consistiría en no tirar los residuos farmacéuticos caducados por el inodoro, sino depositarlos en un punto SIGRE.
El otro lado: la pobreza farmacéutica
Mientras que los océanos se ven afectados por el exceso de medicamentos, a veces las personas se ven en contextos de pobreza farmacéutica, es decir, dejan de tomar una medicación recetada por un sanitario debido a motivos económicos.
Para evitar esta situación en la Región, el Colegio de Farmacéuticos de la Región realiza diversas acciones.
Ejemplo es el convenio que han firmado con el Ayuntamiento de Cartagena para facilitar el acceso a medicamentos a personas en riesgo de exclusión. Mediante esta colaboración, las farmacias podrán adelantar los tratamientos a personas en situaciones de necesidad derivadas por los Servicios Sociales Municipales sin que la persona deba abonar ninguna cantidad, que es asumida por el Ayuntamiento.
Paula Payá, presidenta del Colegio de Farmacéuticos, insiste que “las dificultades económicas no pueden ser un obstáculo para que los ciudadanos puedan disponer de los medicamentos necesarios para tratar sus problemas de salud”.
En Molina de Segura también existe un acuerdo entre el Ayuntamiento y el Colegio de Farmacéuticos para regular la colaboración técnica entre ambos para el desarrollo del suministro de tratamientos farmacológicos a personas que lo precisen, y que carezcan de medios para su adquisición.