La marihuana es la droga que más comúnmente usan los adolescentes entre los 12 y los 20 años. Si es frecuente su uso en los meses de otoño e invierno, su consumo aumenta en primavera y verano.
La tragedia de su consumo indiscriminado en adolescentes es que los cerebros de la gente joven están todavía en pleno proceso de maduración. En esas edades, el cerebro, que todavía continúa en etapas de desarrollo, es muy sensible a la alimentación, al ejercicio moderado, a la actividad cerebral que se realice y, por supuesto, también a la toma de sustancias de abuso.
La mayor parte de los estudios sobre los efectos cerebrales del cannabis se habían realizado en roedores o en monos, pero recientemente estudios longitudinales en humanos han demostrado que el grosor de la corteza cerebral de las áreas que tenemos detrás de la frente (áreas frontales) disminuye proporcionalmente al consumo de marihuana en la adolescencia.
De hecho, el consumo de marihuana en la adolescencia se ha relacionado con la disminución de los procesos de atención, con la pérdida de las funciones ejecutivas y con dificultad para asociar ideas de forma rápida y eficaz.
El consumo de marihuana “nubla el entendimiento” y puede reducir el coeficiente intelectual al menos en 8 puntos. Pero el cannabis también inhibe a las neuronas que suprimern el apetito por lo que aumentan las ‘ganas de comer’. Los investigadores sugerían que esa respuesta sería como si se pisara el freno y el coche acelerara en lugar de frenar.
Pérdida del control de impulsos
No obstante, el efecto cerebral más peligroso en adolescentes es que provoca pérdida del control de los impulsos. El consumo de cannabis destruye el proceso de toma de decisiones y las personas quedan a merced de las adicciones.
La marihuana pasa de ser de uso recreativo voluntario (‘solo cuando se quiere’) a ser dependiente (‘necesidad imperiosa de consumir’). Y acarrea problemas de convivencia familiar y social.
Asimismo, hay que tener en cuenta que en personas con un ‘endofenotipo’ susceptible, genético y ambiental, la marihuana puede activar neuronas de forma anómala, alterando circuitos cerebrales y pudiendo desencadenar síntomas psiquiátricos de leves a graves. Y esta cuestión todavía no puede preverse porque no se dispone de ‘pasaportes genéticos’ que indiquen las susceptibilidades de cada persona.
Por ello, cuando se consume se está corriendo un riesgo cuyas consecuencias negativas solo podrán saberse posteriormente, cuando ya es demasiado tarde.
Nuevas maneras de consumir marihuana
Por otro lado, en los últimos años se ha puesto de moda inhalar aerosoles con concentraciones elevadas de cannabis o de aceites de hachís, con o sin tabaco. Y ya no es solo el daño cerebral y la alteración de la conducta, sino que esta modalidad de consumo aumenta de forma alarmante el riesgo de síntomas respiratorios.
Existe una relación directa entre ‘vapear’ cannabis y tabaco y los síntomas crónicos de bronquitis persistente, así como la dificultad respiratoria con congestión, flemas y tos.
Los síntomas respiratorios no solo pueden agravarse con el tiempo, sino que también aumentan la vulnerabilidad del tejido respiratorio ante cualquier circunstancia, pudiendo ser más fácilmente atacado, además de los efectos negativos sobre el sistema inmunológico de defensa, que agravan la situación.
Los efectos del vapeo de marihuana (y/o tabaco) han sido evaluados solo a corto plazo. Queda por saber cuáles serán las consecuencias futuras. Máxime cuando en teoría todas estas personas jóvenes van a poder vivir muchos años.
Los efectos conocidos del consumo de tabaco hacen asumir que, con la edad y a largo plazo, el consumo crónico de marihuana (con o sin tabaco) conducirá a una calidad de vida no deseable tanto de las funciones respiratorias como cerebrales. Y quien quiera consumir estas drogas debe ser consciente de que son “amistades peligrosas” que le harán más vulnerable a infecciones de todo tipo. Recordemos lo que ha ocurrido y está ocurriendo en la pandemia COVID-19.
Fdo: Ma Trinidad Herrero. Catedrática de la Universidad de Murcia y presidenta de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia