Está aumentando la esperanza de vida en todo el planeta, siendo más acuciante en países más industrializados: en Europa (y en España) los mayores de 65 años superaran el 30% de la población. Esto implica mayores gastos sociales y sanitarios ya que el bienestar y la salud se resiente con el paso de los años, sobre todo si durante la vida no han sabido cuidarse. Por ello, es esencial cuidar la salud (física, psíquica y social) y, desde el nacimiento, aprender a desarrollar hábitos de vida saludables, como moverse, con el fin de vivir muchos años en plenitud y con calidad de vida aceptable.
El corazón
Uno de los aparatos decisivos en la longevidad es el cardiovascular. El corazón no duerme, sigue latiendo para asegurar que todos los órganos y sistemas reciben la sangre que les aporta glucosa, oxígeno y elementos básicos para su funcionamiento.
El ritmo del corazón se acelera para suplir sangre a los músculos cuando corremos o subimos escaleras, pero también para que llegue suficiente aporte al cerebro. Como para llevar a cabo su misión el corazón y los vasos sanguíneos deben estar en condiciones saludables, la alimentación es esencial ya que se debe evitar todo lo que aumente los niveles de glucosa y de colesterol, para evitar que este se acumule en el interior de los vasos y que se obstruya el fluir de la sangre.
Pero no olvidemos que, tanto la ansiedad como el estrés emocional crónico, activan de forma constante e inadecuada la contracción del corazón, desencadenan una rigidez exagerada de los vasos sanguíneos, provocando hipertensión arterial que, a largo plazo, aumenta la susceptibilidad a padecer patologías graves.
El hábito de moverse
Adquirir el hábito de hacer ejercicio diario es saludable si queremos vivir muchos años y en plenitud.
Si no se ha adquirido esa costumbre, pensar en hacer ejercicio puede resultar monótono o desagradable. Sin embargo, descubrimientos científicos han constatado que lo importante es empezar, ya que, al hacer ejercicio, al moverse, el cerebro segrega endorfinas para sentirnos mejor.
Además, al activar los músculos esqueléticos contrayéndose y relajándose continuamente (en la marcha, la bicicleta o el gimnasio) se activan interruptores cerebrales al recibir las señales de proteínas a partir de otras proteínas que sintetiza el músculo en movimiento
La proteína clave es una interleucina, la número 15, la que inicia el movimiento enviando señales a los músculos y esos músculos se vuelven más activos. Así, los circuitos cerebrales que están interconectados hacen que esa sensación sea agradable y se desee seguir ejercitando.
Los estudios realizados en animales demostraron, además, que en los individuos diabéticos y obesos se producían cambios positivos mejorando su metabolismo con menor cantidad de grasa corporal y mejorando la función hepática y la función cardíaca.
Establecer una rutina
Pero… ¡atención!: conseguir niveles de endorfinas o de interleucina 15 no se logra con solo hacer ejercicio un día o una vez al mes. Se debe establecer una rutina y ser constantes. Al principio puede ser solo un ‘tiempecito’ porque, posteriromente, nuestro organismo querrá moverse.
Cuando eso se adquiera, estaremos comprando boletos para que nos toque la lotería de vivir muchos años en condiciones saludables. Y haber hecho ejercicio nos dará muchas satisfacciones porque seremos autónomos e independientes muchos años. Y cada día nos levantaremos con optimismo y con buen humor. Nunca es tarde para empezar.
A cualquier edad, podremos conseguir mejorar la situación de la que partamos. Eso sí, si tenemos alguna patología previa, no olvidar consultar con los facultativos, que son los que conocen nuestra historia clínica y pueden racionar nuestros ejercicios para conseguir los mejores efectos.
¡Feliz semana de los adultos mayores en movimiento!