Los test de intolerancias alimenticias se prodigan en multitud de centros de servicios del cuidado de la salud e incluso de la belleza, en muchos casos sin fundamentos que los hagan válidos, mientras se reduce el bienestar digestivo en las personas de multitud de desequilibrios gastrointestinales cada vez más discapacitantes.
Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce oficialmente las intolerancias metabólicas al gluten, la lactosa o la fructosa, como el déficit en la persona de procesar adecuadamente estos nutrientes, el resto de alimentos que sientan mal suelen ser ‘intolerancias inespecíficas’ o sensibilidades propias de situaciones, casi siempre transitorias, del desequilibrio del aparato digestivo.
En estos procesos, sin duda, participa de forma específica la deficiente calidad de los alimentos, cada vez más procesados y, en general, unos hábitos en la alimentación que no son adecuados.
El riesgo de la cronificación en el aparato digestivo
Trastornos como la hinchazón, los gases excesivos, digestiones pesadas y lentas, estreñimiento y/o diarreas, desde sus fases más leves, hasta niveles muy severos, muestran cómo éstos son procesos que no se resuelven solos y tampoco tratados en su mayoría con antibióticos, protectores de estómago o laxantes.
Todos estos síntomas, con el tiempo, suelen ser precursores de otros problemas más graves. Y es que en el aparato digestivo todo tiende a complicarse y cronificarse, ya que participan una serie de células, bacterias, hongos, metales pesados y otras muchas sustancias bioquímicas, que conforman un ecosistema muy sensible, donde se encuentra el 85% del Sistema Inmunitario y el origen de la producción de los neurotransmisores aromáticos, que se ocupan principalmente del comportamiento.
En el caso de que cualquier tipo de trastorno del aparato digestivo tenga además un origen autoinmune (crohn, colitis ulcerosa, colon irritable…), sería necesario tratar también ese proceso, en el que hoy se emplean corticoides, inmunosupresores e incluso medicamentos del grupo de los antidepresivos.
El papel de la micronutrición
La micronutrición, a través de una selección de los denominados alimentos funcionales, puede aportar grandes resultados al aparato digestivo para contribuir desde una perspectiva de recuperación, regenerando enzimas, reparando tejidos, reorganizando el delicado ecosistema microbiológico que lo compone y si es el caso, contribuir a la modulación de la respuesta autoinmune, para mitigar o revertir en muchos casos estos trastornos o sus sintomatologías.
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