El 13 de julio es el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Aunque su nombre sea ‘trastorno de déficit de atención e hiperactividad’ (TDAH), la realidad es que lo que les pasa a las personas con TDAH es que tienen una desregulación de lo que consideran relevante.
De este modo, aunque puedan parecer desconcentrados o despistados en algunas tareas, en otras se pueden concentrar tanto que pierden la noción del tiempo. Esto se llama hiperfoco y es uno de las consecuencias del TDAH, de lo que fue diagnosticado Pablo García a los siete años.
Actualmente, Pablo tiene 25 años, es psicólogo y trabaja como terapeuta en ADAHI, la Asociación de Ayuda al Déficit de Atención con más o menos Hiperactividad. Aunque ahora mismo existen metodologías para favorecer la situación de un niño con TDAH en el aula, cuando Pablo García cursó sus años escolares, esto no era así.
“Fue una etapa complicada, seguir las clases se volvía una tarea difícil independientemente de mi esfuerzo. Entender una explicación general cuando solo consigues captar ‘cachitos’ es casi imposible, y seguir prestando atención cuando te has perdido por completo también. En casa, las tareas que otros niños se quitaban de encima en media hora, a mí me costaba una hora y media. También tenía que estudiar el triple, y a lo mejor sacaba un cinco”, recuerda Pablo García.
TDAH en adultos
La manera en la que el TDAH influye en la edad adulta, día tras día, dependerá mucho de cómo haya sido la experiencia con el trastorno hasta el momento.
Un ejemplo, explica Pablo García, son las personas que presentan una tremenda rigidez mental, muy metódicas y firmes a la hora de hacer algo. “Esto sucede porque durante toda tu vida has recibido tantas reprimendas por ser ‘despistado’ que terminas encontrando una manera de hacer las cosas muy rígida. De alguna manera, ‘te atas’ a ti mismo en corto para evitar esos ‘despistes’”.
Estas personas necesitan rutinas estrictas, maneras concretas y firmes de hacer las cosas para evitar el riesgo de errores o despistes. Pero esta ‘batalla’ con uno mismo puede provocar altos niveles de ansiedad y estrés a las personas con TDAH.
Educación y familia
Ya está demostrada la eficacia de diversas metodologías que se pueden aplicar en las aulas en las que hay niños con TDAH. “Algunas son muy sencillas, como que el niño que tiene TDAH sea el que va a por las cosas cuando hacen falta, o el que se levanta a sacar punta a los lápices, porque eso le permite moverse, que es lo que necesita. O, en lugar de ponerle todas las preguntas del examen seguidas, que lo agobia y le hará perder la concentración, ponerle una pregunta en cada folio. Pero todo esto depende del trabajo de los profesores que, además de aplicar la metodología, tienen que no olvidar que lo que tienen delante es un niño que sufre”, asegura Pablo García.
El otro gran actor del entorno del niño con TDAH es la familia. En este caso, el psicólogo y terapeuta de ADAHI recuerda la importancia de la comprensión en la familia. “A los niños con TDAH se les lleva muy al límite. Imagina estar haciendo en casa los deberes, mientras todos los demás están en el parque jugando. Los padres deben entender que no es que los niños tarden más porque quieren. Tienen que saber el esfuerzo que supone para ellos. Y si encima, después de ese esfuerzo, lo que escuchan es que han tardado mucho, que te quedan cosas por hacer, o que los demás niños tardan menos, acaban quemando a los niños, y es una de las causas del fracaso escolar. Lo importante es saber que el TDAH no te limita, solo tienes que aprender a hacer las cosas de manera diferente”, termina advirtiendo el psicólogo Pablo García.
