La vitamina A es liposoluble y puede diluirse en grasas y aceites. Corresponde a los carotenoides, de los que los betacarotenos son los más abundantes. Estos son pigmentos de color anaranjado (del amarillo al rojo) que dan color a los productos que los contienen.
La vitamina A es el ácido retinoico o retinol con propiedades antioxidantes: puede neutralizar los radicales libres. Es un nutriente esencial en la síntesis de proteínas y necesario para la división de las células, la diferenciación muscular, el sistema visual, la piel y las mucosas, la reproducción y el sistema inmunitario.
En los alimentos, la vitamina Ase encuentra como provitamina A o como betacarotenos, que el organismo transforma en vitamina A.
Los alimentos más ricos en betacarotenos son las verduras y vegetales de hojas verdes como las espinacas, las acelgas o el perejil, las zanahorias, la calabaza, fruta como el melón naranja (cantalupo) o el albaricoque y algunos frutos secos y cereales.
La provitamina A se encuentra en la yema de huevo, en productos lácteos como el queso, en el pescado como el bonito o el atún o en las vísceras de animales como el hígado.
Necesidades nutricionales
Una alimentación variada y equilibrada de productos que contienen vitamina A es suficiente para suplir los niveles necesarios.
Las necesidades nutricionales diarias recomendadas son diferentes según la edad. Hasta los 8 años es de 400 microgramos, y de 9 a 13 años es de 600 microgramos. En adolescentes y adultos varía según el sexo: en varones es de 900 microgramos, y de 700 microgramos en mujeres. En embarazadas es de 770 microgramos, y en mujeres que amamantan es de 1.300 microgramos.
Carencia y exceso
La falta de vitamina A provoca alteraciones visuales graves. Si no se trata y se reponen los niveles adecuados de vitamina A en sangre, conduce a la ceguera.
Un déficit crónico de vitamina A aumenta el riesgo de muerte, causa anemia, eleva el riesgo de infecciones, de diarrea y de enfermedades pulmonares como la neumonía. Se ha evidenciado deficiencia de vitamina A en niños con sarampión, por lo que suele añadirse a su tratamiento.
Por el contrario, si la vitamina A se consume en exceso puede provocar hipervitaminosis: el acúmulo excesivo en el organismo desencadena intoxicación de consecuencias graves. Y es que al ser una vitamina liposoluble, es transportada por lípidos, y su eliminación es menos sencilla que la de las vitaminas hidrosolubles.
Los síntomas de la intoxicación comienzan con vértigo, visión borrosa, náuseas, vómitos y dolor de cabeza, pero si se cronifica es grave ya que puede provocar alteraciones hepáticas y del sistema osteomuscular. De importancia es que, aunque se desconoce la causa, en los fumadores que consumen elevadas cantidades de vitamina A aumenta la incidencia de cáncer de pulmón.
Asimismo, las embarazadas no deben exceder la dosis de vitamina A, ya que atraviesa la barrera placentaria pudiendo alterar el desarrollo del feto provocándole malformaciones.
Interacciones
Si usted toma suplementos de vitamina A y además diversos medicamentos, digáselo a su facultativo para que evalue si existe o no interacciones medicamentosas.
Hay que poner especial atención cuando se toman retinoides porque existe riesgo de hipervitaminosis; si se toman anticoagulantes porque aumenta el riesgo de sangrado; o si se toman medicamentos con aclaramiento hepático porque puede dañarse gravemente.
Vitamina A y la piel
La vitamina A, los retinoides y el ácido retinoico (o tretinoína) tienen un efecto renovador de las capas superficiales de la piel, estimulan la producción de colágeno y tienen propiedades antibacterianas.
Por ello, en la última década, son habituales en los tratamientos cutáneos tópicos: para tratar el acné, para las manchas cutáneas y el fotoenvejecimiento o para prevenir las arrugas finas.
No obstante, para evitar sorpresas y efectos secundarios, es aconsejable seguir siempre las indicaciones de los especialistas en dermatología.